Las huevas son una buena opción cuando hay que hacer dieta, tienen mucha proteína, algo más de grasa que la propia merluza y un contenido discreto de calorías 113 por cada 100 gramos, un poco más que el pez de espada y menos que el salmón. Lo suyo es comprarlas rellenitas, brillantes y frescas.
Se pueden servir a la plancha o fritas, pero para mi gusto quedan un poco secas; también están buenas cocidas con sal y una gotita de vinagre, para que no se rompan, en ensalada o con mayonesa.
Pero a mí como más me gustan es guisadas en adobo y no las he visto en ningún sitio preparadas así salvo en casa de mi abuela cuando las guisaba Enriqueta, que era una verdadera artista. Mandaba en la cocina como una emperatriz y con su espumadera en ristre nos mantenía a raya a todos los niños. Ejercía sobre mí una fascinación enorme, inconsciente, que le estorbaba porque era más bien gruñona, pero yo no podía dejar de seguirla a todas partes, de admirarla, de preguntarle cosas que nunca me contestaba. Sé que mis huevas no están a la altura de las suyas, es un rescate inútil aunque necesario.
una cucharadita de pimentón