Apenas cuatro generaciones nos separan del hambre. Hasta hace nada endémica entre los jornaleros de la España latifundista.
Month: abril 2007
Leche Frita
Es casi imposible encontrar una buena leche frita en un restaurante. Desde luego en el Sur de España uno o ninguno; en los del Norte, que cuidan más, mucho más, los postres tampoco he tenido la suerte de encontrármelo, salvo una vez en Asturias.
Han sido tantos los malos ratos que he pasado con un tarugo chicloso al que alguien ha bautizado como leche frita que ya no me atrevo a pedirla en ninguna parte.
Debe ser como las buenas croquetas, un poco crujiente por fuera y blandito y dulce por dentro; nadie debería excederse con el tamaño, en porciones pequeñas es mucho más deseable que grandes como ladrillos de serrín.
La gente que pide al final de la comida leche frita me cae muy bien, así se identifica un buen dulcero, no uno de esos postreros vergonzantes que piden «Tiramisú» pensando que me van a engañar. El tiramisú no es ni café, ni queso, ni chocolate, ni licor ni ná ni ná porque todo eso junto no supera uno sólo de esos ingredientes si es bueno. Un engendro para los que no se atreven a acabar una comida pidiendo un café (ya sé que me haré enemigos).
Tengo una receta riquísima de leche frita, porque mi madre ha sido y será la mejor hacedora de croquetas del mundo mundial, aunque ese sea un título que disputan todos los hijos para sus madres respectivas. Pero en mi caso es de verdad de la buena.
Receta:
En un cazo de ponen a hervir tres cuartos de litro de leche, con unas mondas de limón y una rama de canela, si, como en mi caso, no se dispone de canela se le echa un poquito de la molida. Una vez que hierve, se cuela y se endulza a gusto del consumidor, unas cinco cucharadas soperas de azúcar es lo que yo suelo estimar conveniente. Se deja enfriar un poco mientras se tuesta la harina.
En una ollita se derriten unos 50 grms de mantequilla sobre una cucharada de aceite, 120 grms de harina fina de repostería y se tuesta un poquito, que no se queme. Una vez ha tomado color se añade poco a poco la leche removiendo bien hasta que la consistencia sea pastosita, pero no engrudosa ( en esto la experiencia es muy importante), unos cinco minutos se tarda. Por último se bate un huevo y se remueve fuerte fuerte para que mezcle bien, ya con el fuego apagado. El huevo pone la masa muy suave.
Se vuelca sobre un molde bajo y ancho para que enfríe, y una vez que se le ha pasado el calor y ya no echa humo se deja en la nevera a que endurezca. Es mejor envolverlas al día siguiente para que la masa sea más manejable porque deben haber quedado un poquito blanditas, no mucho, pero sí la parte de arriba más durita y la de abajo pegajosa y suave.
Se rebozan como las croquetas. La forma que se les suele dar es cuadrada, pero a mí me gusta en bolitas redondas, que parezcan trufas amarillas. Primero se pasan por huevo y luego por pan rallado. Una vez que se fríen, se les da un toque en un platito de azúcar mezclado con canela y se sirven sobre esas envueltas de papel oscuro, las de bombones y trufas.
Se ofrecen en pequeñas cantidades que nadie pueda hartarse. La leche frita debe ser por siempre deseada.
Sant Jordi
Hasta 1910 las mujeres no podían acceder a la Universidad en España. Parece que ahora somos nosotras las que consumimos más libros, y empleo el verbo consumir a propósito, porque esto de la industria editorial es más de lo mismo.
En la foto de arriba hay tres generaciones de recetarios escritos por mujeres de mi familia, improvisados, a veces manchados, en la misma cocina donde se escribían.
Lo que sabían hacer no lo apuntaban, la cocina de batalla no está en ninguno de esos cuadernos, lo mejor de cada una de esas mujeres estaba en su cabeza y sus manos. Hoy les quiero rendir homenaje en esta humilde página digital porque no me olvido de ellas ni de lo que aprendí sin querer:
Improvisar con lo que hay
Los gestos inconscientes de tirar de las tripas al limpiar el pescado
La postura de los dedos cada vez que pico unos ajos
El conocimiento por el olor del punto de unas cebollas pochadas
El concentrado caldo gordo de un cocido
El increíble sentido que me hace ensalivar ante el pescado fresco y crudo
El placer de dar bien de comer y ver disfrutar a los que se sientan a mi mesa
El sentido del equilibrio en una dieta sana
La fruta
….Y tanto más que ni sé.
No se puede aprender tanto con un libro, aunque nunca sobran.
¡Feliz Sant Jordi¡
Berenjenas gratinadas
Versión en video pulsar
Están buenísimas, pongo mucho cariño en este plato tan humilde.

Cosas útiles
Aquí están algunos elementos de cocina que me ayudan y hacen agradable lo que guiso: