Vuelvo a mi restaurante favorito, que lo es a pesar de que tiene una acústica perversa que me impide charlar a media voz con quien me acompaña.
Y vuelvo con la inquietud de una novia buscando los viejos/nuevos sabores con que me sorprende siempre, con la expectación de probar fusiones distintas para la vieja cocina tradicional.
Pero en ocasiones, el lugar preferido se convierte en una especie de amante perverso que me ignora haciéndome esperar media hora entre plato y plato, decide no servirme lo que quiero con la inexcusable excusa de que no tiene la calidad necesaria y desaparece a la hora de hacer balance y cuenta.
Me hiela el corazón…
…sin necesidad de hidrógeno líquido.
Y aquí estoy decidiendo si darle otra oportunidad o cortar para siempre y devolverle la carta.
Qué trágica!>Sí. >Rompe para siempre, en plan comedia italiana.>Aunque yo también soy así, y luego vuelvo..>Pero eso sólo lo hago con los bares y los restaurantes..
jajajajaja>es que soy melodramática.>En realidad pillé un cabreo del 15 y supongo que estaré una buena temporada sin ir…hasta que me encuentre al dueño en algún bar de copas y volvamos a hacer la paz.>Gracias por venir.
Cuéntaselo al dueño. Todos tenemos días difíciles y seguramente él tuvo uno de esos.>>Pero si no te hace caso ¡cuéntanoslo a nosotros!.
El dueño no estaba, y más me parece que la causa del mal funcionamiento fuera ésa, pero tengo mis dudas acerca del chef y los calamares en su tinta.>>🙂 lo contaré todo
Otra cosa es que el culpable de ese corazón helado fuera Ferrán Adria….>>¡¡Rompe !!!
🙂>eso significaría que el Bulli es mi restaurante más frecuente.>Ojalá.