Bizcocho tonto o mi personal magdalena proustiana

Es frecuente que la lectura de un escritor nos lleve a otros que se citan en el libro que leemos. En mi caso se trata de una espeice de matriuska infinita de la que no paran de salir muñecas que a su vez tienen otras en su vientre.
Digo esto porque fue Bryce Echenique, al que recordaba recientemente Vargas Llosa entrevistado en Nostromo, en su cuento «magdalena peruana» el que me hizo desear leer a Proust (no hay motivo de alarma, aún no he terminado «A la búsqueda del tiempo perdido«).
¿Y a qué viene toda esta historia? porque este bizcocho, su olor y su sabor remojado en una taza de té negro con bergamota y un poco de leche, es mi personal magdalena proustiana que me hace regresar a la infancia, a la cocina de la casa de mis padres, al rito imprescindible de las meriendas en la galería de mi abuela.
He perdido los ritos. La prisa, la necesidad de aprovechar el tiempo elimina, estúpidamente, elementos necesarios para la vida. Desaparecen los tiempos de pequeños actos felices, como el silencio y el calor de servirme un té, dejar que su olor se despliegue en el entorno, esperar sin hacer nada, a que se enfríe lo suficiente para beberlo. Y acompañarlo de algo rico para «empapar». Eso es vivir.

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15 thoughts on “Bizcocho tonto o mi personal magdalena proustiana

  1. Estoy contigo en que hay que vivir a sacar el jugo sin prisas a la vida, este bizcocho tonto ayuda a ello,seguro, mañana tengo que lleva uno a una merienda y es un buen candidato.
    Por cierto, como es que no montas en la thx las claras?

  2. Marga es que así le llamaban en casa y yo no sé llamarle de otra forma, jajjaja.
    Carmen, normalmente sí, pero al Puerto no me llevo la Termomix, y tenía ese aparatod esde hace tanto…

  3. Los Sanchez Mejías tienen un grito de guerra que se está haciendo famoso. Hoy el «chocolate» me ha sonado en la voz del jefe de la manada. ¿que faltan las niñas?…pues ahí está él para dejar la huella familiar. Incorregible 🙂

    El bizcocho, tonto, espabilado o despistado, me lo como….en la terraza del Puerto, claro.

    Ahhh…y yo te he visto sentada sin hacer nada, esperando a que se enfríe el te, o sea que todo no está perdido 😉

  4. Luz, hola guapa,
    ¡Qué bonita entrada! Los recuerdos, el bizcocho, el disfrutar de los pequeños grandes momentos…Me has recordado la lectura de un reportaje del País;» Desde hace una década vivimos en la cultura del aquí y ahora, en la que la urgencia domina nuestra vida. Pero ¿vivir así nos hace más felices o sólo oculta el miedo a pensar? Me gustó mucho, aquí dejo el enlace por si os interesa (http://www.elpais.com/articulo/portada/generacion/instantanea/elpepusoceps/20100523elpepspor_7/Tes)
    Me apunto la receta de este esponjoso bizcochito 🙂
    Gracias por compartirlo 😉
    Besos y feliz semana,
    Marina

  5. Josemari, si que me ha salido un espontáneo, jajajjja, parece que él lo echa de menos. En el Puerto el tiempos e detiene siempre, por eso la reflexión de hoy, pero cuandor egreso…no sé yo.

    Marina. Me ha encantado el artículo de El País, y todas las citas y consejos que da.

  6. Me ha gustado tu matriuska de magdalenas… 🙂 Y me has dejado con la curiosidad de leer ese cuento de Bryce. Tranquila, con un cafecito y tu bizcocho.
    Muchos saludos,

    Marcela

  7. Tengo que confesar algo; las recetas que empiezan montando las claras hasta ahora me daban miedito…pero viendote preparando este bizcocho tonto o «parvo» como diríamos en Galicia, se me ha quitado el miedo y me han entrado unas ganas de hacerlo increíbles.
    Yo para montar las claras utilizo la batidora de pie con unas varillas penosas, montar montan, pero me deja la cocina a lunares blancos.
    un biquiño

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