Son muchos los cuentos infantiles en los que las meriendas, los banquetes o los elementos maravillosos están relacionados con la comida: el cumpleaños del sombrerero loco, las tartas de Rumpeldinsky, la casita de chocolate de Hansel y Gretel, la cesta de Caperucita…
Por razones profesionales he vuelto a leer «El viento en los sauces» este lluvioso sábado, y , como ocurre con algunos cuentos infantiles, se disfruta mucho más leyéndolos de adulto.
Por razones profesionales he vuelto a leer «El viento en los sauces» este lluvioso sábado, y , como ocurre con algunos cuentos infantiles, se disfruta mucho más leyéndolos de adulto.
La obra de Kenneth Grahame es un clásico, que como decía El Gallo, es algo que ya no se puede hacer mejor, pero además lo es por su frescura y actualidad.
La reivindicación del respeto por el medio natural a través de la vida junto al río del Topo y el Ratón de agua, la lírica descripción de la naturaleza y de los paisajes del sur de Inglaterra, evocados con amor y nostalgia, son el mejor alegato ecologista.
Y está esa adorable reunión de solteros- single que se dice ahora- ajenos a los vínculos tradicionales que son el matrimonio y la familia (el propio Grahame tuvo experiencias dramáticas y trágicas con su familia parental y con la que luego formó), pero atentos, sensibles, tolerantes y solidarios unos con otros. Y por si fuera poco absolutamente todo lo festejan comiendo.
Las referencias gastronómicas son constantes, amistad y buena mesa parecen los fundamentos de la felicidad. Para una merienda campestre: fiambre de gallina, fiambre de lengua, fiambre de jamón, de buey, trucha en escabeche, emparedados, albóndigas, ensalada, panecillos regado todo con cerveza de jengibre. O esa comida sencilla a base de bacon con habichuelas tiernas y budin de macarrones, ¡qué cosa tan extraordinaria un budin de macarrones!, me encantaría probarlo.
En realidad lo que me gustaría es que el Tejón me invitara a pasar unos meses a su casa.
Cuando era pequeña lo que más me llamaba la atención de los cuentos y de los dibujos animados eran los emparedados (que yo no sabía lo que eran pero sonaban tan deliciosos….)y las tartas (esas tartas humeantes llenas de cerezas que dejaban en la repisa de una ventana y siempre, siempre se las llevaba alguien).
🙂>precisamente mi próximo video quiero que sea de emparedados.>>y es curioso lo de las tartas, yo también pensaba en eso mismo.
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Yo de pequeña tenía este libro junto con el vídeo, y me olvidé cuando desapareció de mi casa. Ni siquiera sabía que era una fabula. Ahora me he encontrado buscando innformación de este cuento porque justamente los Monty hacen una pelicula esta semana dedicada al Viento en los Sauces y me acordé otra vez de ello. Estoy recordando algo muy bonito, siempre me gustó mucho este cuento, me lo miré tantas veces que se estropeó la cinta. De lo mejor que he leído. Aprendes a convivir.