No voy ver corridas, pero me gustan mucho los toros en el campo, naturales y libres pastando tranquilos por las dehesas.
La carne de toro de lidia se consume con cierta frecuencia en Andalucía Occidental, no sólo por la abundancia de festejos, sino también por la proximidad de las ganaderías en donde abundan animales desechados para la lidia, sean toros, terneras, vacas, los machos heridos en disputas, cegados por un tallo o por picaduras de insectos etc…
Es una carne más negra y recia, con un sabor intenso que sin duda hace necesario tratar de forma especial.
Igual que el estofado bourguingnon, la carne de toro bravo, se merece un tiempo de maceración con buen vino, y parte de las verduras con las que se va a guisar.
Hoy dejo aquí una receta de «buey al toro«, heterodoxa, como casi todo lo que yo guiso.
Los trozos de solomillo de buey que hemos tenido que quitar para darle forma a un rosbif, por ejemplo, se refríen un poco en una olla baja con aceite caliente, una vez dorados se sacan y en ese mismo aceite, con los retos asados de la carne que se ha pegado, se doran cebolla y zanahorias. Si se quiere se le puede añadir más tarde un pimiento y un tomate muy maduro. Una vez pochadas las hortalizas se vuelve a incorporar la carne, se le añaden unos granos de pimienta, sal, una hoja de laurel, algo de agua y una copita de oloroso seco. Se deja que reduzca hasta que la salsa esté trabada y gruesa. Entonces se le raspa un poco de chocolate negro, para que intensifique el color.
Imprescindibles unas buenas patatas fritas.
«Hasta el rabo todo es toro», dice el refrán castizo. Muy buena tu receta. Me gusta eso de ese «aceite, con los restos asados de la carne que se ha pegado». Fundamental.>>¡Salud!
manuel, eso decía un castizo que conocí, y añadía que «hasta con el rabo el toro hace daño».>Gracias 🙂