Breve historia de aversiones

Como cocinera tengo una limitación grave, una aversión a un alimento frecuente y exquisito. Eso me ha dado mucho que pensar y algo que leer. A lo largo de la historia muchas religiones han prohibido determinados alimentos, por ejemplo el cerdo en la religión judía y la musulmana después.
A través de la lectura del antorpológo Marvin Harris «Vacas, cerdos, guerras y brujas» me fuí enterando de que muchos de los tabúes alimenticios tienen una base económica. En el caso concreto de las religiones judía y musulmana, que se originaron en un medio desértico, el cerdo entra en competencia con el ser humano por la necesidad de agua que tiene este animal, debe embarrarse para proteger su piel e impedir la deshidratación. El agua para una piara de cochinos es la que necesitaba una tribu de personas para sobrevivir en el Israel bíblico. Igualmente prohiben el marisco, pero es que los hebreos, gente de tierra adentro, le tenían un miedo terrible a las aguas del mar «mayim», así en plural, y todo lo que de ella surgía. No están prohibidos los peces con escamas, esos que podían sacar sin tanto riesgo del lago Tiberiades.
Dice Julio Caro Baroja, en su «Historia de los judíos en España» que la expresión: «Que le den morcilla» se acuña en los tiempos de la Inquisición, de persecución de judaizantes, porque la Torá prohibe comer sangre y los de ascendencia hebrea sentían una repugnancia cultural insuperable a ese alimento.
También la interdicción de comer vaca en la India es de origen económico. Las reses de allí crían poca chicha, si los parias se las comieran no sería en absoluto rentable, ellos, los más pobres de la sociedad de castas India, son los principales beneficiados del animal tabú y aprovechan de ella absolutamente todo, incluído el estiércol. Si perjudica a alguien es a los propietarios, de tierras, comercios, etc… porque el animal se nutre de ellos. Si la vaca india se consumiera desaparecería una menguada fuente de supervivencia para 400 millones de indios.
Cosa distinta es la intolerancia alimentaria, cuando nuestro cuerpo no permite cierto alimento, para más información dejo aquí un enlace a la excelente página Caminar sin gluten, que ilustra muy bien sobre este problema, desconocido para muchos.

Pero ¿qué pasa con la aversión? la mayor parte de ellas son culturales, aprendidas en último caso. No es raro encontrar gente que se escandaliza de que algunos pueblos coman gusanos, mientras ellos mismos están chupando caracoles.
La aversión psicológica se da más en personas sensibles, cuando un alimento ha hecho daño en la infancia, originando fatigas, vómitos, cólicos con dolor o fiebre, queda erradicado del repertorio de productos consumibles. Un conductista diría que es un condicionamiento y que hay terapias para descondicionar, pero deben hacerse a edades tempranas y no siempre dan resultado.

Lo que a mí me sorprende es la cantidad de personas que conozco que tiene aversión a las mismas cosas, en el top ten de los más odiados estarían el queso y las aceitunas, por este orden. ¿Por qué tantos?

A eso no he encontrado respuesta.

9 thoughts on “Breve historia de aversiones

  1. El queso? Yo no como kiwi del verde. Al verlos en la frutería ya me pongo a sudar. Es psicológico. Me gustaban mucho cuando llegaron a España (allá por….)y un día me hizo daño uno, y sanseacabó. Nunca mais!!!.No como sesos por su identidad. Así de claro, si fueran callos los comería ;). Vamos, que nunca los he comido. Porque son sesos.No como coliflor porque huele fatal. Es una de las reminiscencias de la infancia, y creo que ya con la edad que tengo ahí se va a quedar. No comeré coliflor.Y creo que ya está.De lo demás como de todo, que conozca.Ay! a quién no le gustará el queso?

  2. jajajaja, a muchísima gente, camille. Le tienen aversión por motivos muy parecidos a los tuyos con el kiwi ¿a que seguro que te gusta el golden kiwi?Tus aversiones son bastante corrientes, y las razones suelen ser las mismas en todas las personas a las que interrogo porque el tema me ocupa desde hace tiempo, me interesa y me gusta.Yo no puedo soportar el anís en grano, me entra dolor de cabeza sólo de imaginarlo porque la primera vez que tuve jaqueca había comido antes un bizcocho que lo llevaba y lo aborrezco desde entonces…Pero lamentablemente me pasa con más cosas.Yo fuí una niña muy chinche con la comida.

  3. Tu entrada me ha hecho recordar mis «fobias» con la comida cuando era pequeña. No puedo con los morros de ternera, puagg !! Siempre encontraba algún pelillo… No puedo con los riñones, con el hígado, con los sesos, sin embargo me encantan los callos !!Las setas me encantaban, pero soy alérgica, no las puedo comer !Luego hay cosas que de pequeña odiaba: el caldo, las sopas, las cremas,etc. y ahora me encantan. En fín, creo que nuestros gustos «maduran» al mismo tiempo que nosotros.

  4. uhmmm Pilar, los callos me encantan ja ja ja pero yo tampoco como sesos ni morros (pero patas siiiiiiii ja ja ja). Yo, de pequeña, era terrible para comer. Una melindris y miráme ahora 😉No puedo creer que a alguien no le guste el queso…ufff a mi me vuelve loca.Sí ja ja por eso he dicho «kiwi del verde» el amarillo sí como, pero es que el verde fue malo conmigo y una es muy rencorosa ja ja

  5. De niño odiaba las judías verdes, las acelgas y los ojos de los peces cocidos, saliéndose de las órbitas, blancuzcos, irreales y espantosos. Ahora me llevo bien con los peces y con los pescados, me dan igual sus ojos, me encantan las judías verdes y sigo odiando las acelgas cocidas, aguadas, con «sabor a hormigas». También odio la novela española de postguerra, la «generación poética de los 50», a Carmen Posadas, a Francisco Umbral, la tortilla de patata muy hecha y el cuba libre de ron. Ya ves.

  6. Yo, para no ser menos aborrezco las espinacas en cualquiera de sus estados ¿porqué? la culpa la tiene un gusano de unos 10 cm de largo que coció a la vez que aquellas hojas verdes que antes adoraba, cuando vi aquello gordito y verdoso claro (teñido) pense… que raro un tronco en las espinacas… puagfff, ya sabeis lo que era el tronco.Y si algo odio de las dietas es no poder comer <>pan con queso que sabe a…<>Los callos que ricos, a la madrileña, con garbanzos, eso sí que no me entre un trozo de pata de ternera no la soporto.Pero hay tantas cosas buenas :).

  7. camille, pues los que odian el queso lo hacen por las mismas razones que tú odias el kiwi.Manuel, no sospechaba ni por asomo lo del ron con cocacola y, jajajaja, el sabor a hormigas de las acelgas cocidas…jajajaj es cierto que dan dulzor. Tenía claro que las tortillas muy hechas no son lo tuyo. Y también entiendo que no te guste como escribe la Posadas, ni sus ideas, pero…¿a que es una señora Esssstupenda?Una pregunta ¿no salvas Alfanhuí?

  8. De gusanos:Margarida, creo que tienes dispensa para odiar a los gusanos y todas las verduras de su ingesta.Yo tuve una maceta de menta deliciosa, me gusta mucho el té moruno, y se la comieron los malditos gusanos, cuando los espachurré (soy muy salvaje) olía el aire a menta.Por cierto que un día voy a poner en video el té moruno y unas palmeras de hojaldre quee s el complemento perfecto.

  9. Muchísimas gracias «Delantal», por este post, donde nos has recordado las fobias que todos tenemos y sobre todo por nombrar a los celíacos y en particular a nuestro blog, en el que lo único que pretendemos es dar a conocer esta intolerancia alimenticia y los problemas con los que nos encontramos.Un fuerte y agradecido abrazo.Ana y Víctor.

Responder a Camille Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *