La tarta de cumpleaños preferida en casa es esta (ya la había subido, una de las primeras recetas del blog), y hoy la hago en versión individual, por petición de mi hija «Chocolaterrrrrrrrrr», que ayer fue su cumpleaños.
El primer adorno de chocolate blanco se lo puse demasiado pronto, el ganache estaba un poco caliente y se fue derritiendo leeeeentaente, de modo que quedó como los relojes derretidos de Dalí, en «la persistencia de la memoria». Por eso hay que esperar a que se haya enfriado completamente para clavar la decoración de chocolate blanco, a no ser que te guste el efecto daliniano.
Vaya, la fiesta está completa. Volvió la madre, con éxito indiscutible, y ahora vuelve la mítica «camerawoman» con sus jipidos chocolateros. Sólo falta un elemento para completar el cuadro sevillano. ¿Para cuando el reestreno del maestro cervecero tirando cañas mientras degusta los platos de la casa?
La sacher le ha quedado muy artesanal, tirando a naif con esa peineta derretida marca de la casa. Seguro que bien rica de sabor porque chocolate y mermelada se gustan con pasión.
Me alegra que todo vuelva a la normalidad poco a poco. Nos vemos
jjajajaja, el caballero volverá bien pronto, no voy a decir con qué, pero ya verás. En este vídeo salen sus manos.