Me gusta la cocina oriental tanto que he comido muchas veces en malos restaurantes chinos, aunque eso era antes, ahora me cuesta trabajo aceptar una mala comida incluso en mi casa.
El mundo se ha vuelto pequeño porque, sin muchos obstáculos, puedes hacerte con un buen curry tailandés. ¿Quién no tiene una amiga que se gasta todos sus ahorros en esos viajes imposibles que matan de envidia a cualquiera?
O en mi caso una sobrina que hace su Erasmus en Alemania, se compromete con un proyecto de desarrollo que le abre nuevos horizontes vitales, conoce a un chico de origen vietnamita con el que comparte amor y planteamientos sociales, toma contacto con nuevas realidades…y le trae a su tía unos perfectos paquetitos, comprados en un mercado flotante, diversos, fragantes, sorprendentes, para que ilustre su agradable ternera oriental.