Apenas cuatro generaciones nos separan del hambre. Hasta hace nada endémica entre los jornaleros de la España latifundista.
(…)En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar
cebolla y hambre. (…)
Unos amigos con huerto me han regalado unas habas tiernas, recordé cómo se preparaban cortadas y enteras en casa de mi abuela, refritas con ajos y hojas de lechuga.
Cuando estaban crecidas, oscuras como un cardenal en el muslo, las rehogaban con el aliño de los espárragos trigueros, «esparragadas». También se las he visto dar secas a las vacas.
Hoy se venden en bolsitas congeladas o en exquisitos tarros, fritas en aceite de oliva, las habas baby. En poco tiempo nos hemos vuelto ricos y sobrealimentados, prueba evidente de que se puede acabar con el hambre.
Las he desenvainado disfrutando de la blancura interna del envoltorio, húmeda, blanda; de las manos me subía el fresco olor a tierra, amargo, de la diminuta simiente.
Las puse en una sartén con aceite y cebolletas; luego las dejé hacerse nadando en un chorrito de vino blanco de Cádiz, agua y sal. Al final, una vez consumidos los líquidos, trocitos de jamón y preparadas para hermanarse con unos huevos revueltos.
No tantas generaciones desde el hambre, apenas dos. Yo ando escribiendo sobre eso hace años, obsesionado. Algo que apenas he entrevisto pero sobre lo que me han hablado mucho, sobre ese castigo bíblico de puchas y «farinetes», de harina negra y agua poco más que potable. Me encanta y me horroriza a la vez. ¡Era el hambre de nuestros vecinos!.Por otro lado tus habas, que me encantan, deben de estar estupendas con Barbadillo. Isn’t?Un abrazo.
¿Y yo que no entendía a Carpanta?. No entendía «su» hambre. A lo mejor es porque yo era un niño inapetente, imagínate, al que sólo le gustaba la tortilla de patata. Y poca.Las cosas cambian. Y a veces para bien.Un abrazo.
Uno de los pocos platos típicos de la gastronomñia de mi pueblo es el «conejo de habas» que no lleva ni conejo ni ningún tipo de carne, simplemente habas