Pavo Trufado (fiambre)

En la casa de mis padres el Pavo Trufado era indispensable cada Navidad. Solía pesar, una vez hecho, de 12 a 15 kg, y nos abastecía del 25 al 31 de Diciembre. Pero para hacerlo no se tardaba menos de tres días; la cocina patas arribas, nadie comía nada decente mientras se deshuesaban los pavos, «!puaj qué ascazo¡», se limpiaba la carne de todo tipo de pitracos (léase tendones y grasas), de trituraba el magro de cerdo, sin grasa ninguna, el jamón, y se pasaba hirviendo un tiempo interminable en una pavera en la que se podía bañar un bebé. Luego se prensaba con aquellas planchas antiguas que no tenían ni cables ni nada, muy negras, sobre los lomos como si fueran cuervos carroñeros.

Yo le tenía cierta tirria al pavo trufado, a pesar de que estaba delicioso, pero con una vez que lo comiera ya tenía para un año entero. Mi madre lo odiaba y no lo probaba jamás. Y la entiendo.
La última vez que hicimos algo similar al pavo trufado fue hace unos 5 años; mi madre, mi hemana R y yo. Me mandó por una copa de oloroso seco a mi casa y le traje un 10RF magnífico. Acabamos con él, quiero decir que nos bebimos la botella, las tres cocineras, y terminamos cantando a voces aires regionales como si fuéramos la reencarnación de las tres tenoras, pero sin Termas de Caracalla. Salió magnífico, y en premio yo recibí la lata de hacer fiambres.

Lo sigo haciendo, aunque ya no esté mi madre, y lo hago en cualquier momento del año, porque mi «fiambre de pavo» tiene mucho de todo y poco de pavo.
Este plato es un desastre por carísimo, se tarda un huevo en hacerlo y se come enseguida, dura muy poco porque está muy requetebuenísimo.
La verdadera receta del origina estaba en la cabeza de mi madre, pero había que coser el pellejo del pavo y darle nosecuantos mil parches para que contuviera el relleno, que en esencia es el mismo que hago yo, pero el mío con más jamón y solomillo ibérico. Por tanto hago la receta abreviada que ya tiene bastante trajín.

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Ingredientes:
500 gmrs de pechuga de pavo (si tenemos un pavito, cojeremos la pechuga y guardaremos los huesos para el consomé y la gelatina , si no, no pasa nada que para eso se han inventado los polvitos de hacer gelatina)
750 grms de solomillo de cerdo ibérico.
250 gms de jamón ibérico sin grasa.
4 huevos
pimienta negra, como 15 granos
dos trufas (de las de verdad, no de las de chocolate)
dos copas de fino
una copa de oloroso seco
un chorrito de coñac (a mi no me gusta mucho)
Pan rallado el que admita
sal
(el resto del fino y del oloroso se le echa al recipiente de cocer el pavo)
Para el caldo:
hueso de vaca
si se tienen patas de gallo y huesos del pavo
hueso de jamón
puerros
apios
zanahorias y una cebolla.
Lo primero es limpiar perfectamente de cartílagos y de grasa toda la carne, incluído el jamón. Los hilachos cartilaginosos no le van nada a una exquisita rueda de fiambre y la grasa al licuarse dejaría un hueco muy feo en la terrina compacta. Una vez magro y troceado todo el contenido se tritura por partes y se pone en un bol.
Se mezcla bien con el vino, la sal, la pimienta, los huevos batidos hasta que se confundan los colores de la carne. Se va añadiento pan rallado hasta que se forme una pasta homogénea, no demasiado dura, blandita, pero no demasiado. Entonces se pican las trufas y se remueve para que mezclen bien.

Se mete en el invento que mi madre le encargó a un herrero, o bien se envuelve en una tela de muselina, cosiendo prietos los bordes y luego se venda con vendas de farmacia para apretarlo bien y que tome la forma que nosotros queramos.
Pero como nosotros tenemos la cajita milagrosa de latón azul, la metemos allí , dejando enteras algunas tiras de pechuga que luego decorarán de blanco el bloque de fiambre. La dejamos cocer en la olla, llenita de las verduras y la casquería antes mencionada, media hora por cada lado, con agua pero sin sal y su buen lingotazo de fino y de oloroso.
Pasado ese tiempo se deja enfriar en su recipiente y se cuela bien el caldo que se habrá consumido mucho, para que el consomé/gelatina quede perfecto/a hay que colarlo con un paño fino. Se rectifica de sal, y se hace la gelatina para acompañarlo. En el mercado hay muchos tipos de gelatina comestible a la venta, pero tiene que ser de las que no tienen sabor a nada.
Al fiambre de Pavo trufado le va también muy bien el huevo hilado.

Sabor de primavera

Apenas cuatro generaciones nos separan del hambre. Hasta hace nada endémica entre los jornaleros de la España latifundista.

(…)En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar
cebolla y hambre. (…)
Unos amigos con huerto me han regalado unas habas tiernas, recordé cómo se preparaban cortadas y enteras en casa de mi abuela, refritas con ajos y hojas de lechuga.
Cuando estaban crecidas, oscuras como un cardenal en el muslo, las rehogaban con el aliño de los espárragos trigueros, «esparragadas». También se las he visto dar secas a las vacas.
Hoy se venden en bolsitas congeladas o en exquisitos tarros, fritas en aceite de oliva, las habas baby. En poco tiempo nos hemos vuelto ricos y sobrealimentados, prueba evidente de que se puede acabar con el hambre.
Las he desenvainado disfrutando de la blancura interna del envoltorio, húmeda, blanda; de las manos me subía el fresco olor a tierra, amargo, de la diminuta simiente.
Las puse en una sartén con aceite y cebolletas; luego las dejé hacerse nadando en un chorrito de vino blanco de Cádiz, agua y sal. Al final, una vez consumidos los líquidos, trocitos de jamón y preparadas para hermanarse con unos huevos revueltos.

Berenjenas gratinadas

Versión en video pulsar


Están buenísimas, pongo mucho cariño en este plato tan humilde.

Ingredientes:
Una berenjena
dos cebollas
cuatro o cinco tomates maduros o una lata de medio kilo de tomates naturales triturados.
un diente de ajo
una hoja de albahaca
un poco de harina de freir pescado
Un trozo de jamón ibérico, la parte más curada.
Para la bechamel
una cucharada sopera de mantequilla y dos de aceite.
100 grms harina fina de repostería
600 cltros de leche
sal y pimienta (o nuez moscada si gusta, que a mí no me gusta)
Queso Mozzarella y si se quiere unas lonjas de parmesano.

Las berenjenas desnudas de piel se cortan en rodajas, salándolas. Yo las enharino con esa harina de pescado que me parece que sólo la hay en el sur, y las frío en aceite de oliva, con abundante aceite; una vez doradas por ambos lados les escurro el aceite en un papel absorbente y las coloco cubriendo una fuente de horno.

Entonces corto el trozo de jamón en tiras que luego pico en cuadraditos. En casa siempre es conveniente tener en la nevera un trozo así; un revuelto saca de apuros una cena improvisada si tiene sus buenos trocitos de jamón. Hay muchas marcas en el mercado de buen jamón ibérico, de Salamanca, de la sierra de Huelva o del valle de los Pedroches. Un día escribo un post sobre jamones y trozos envasados que se ofrecen en los supermercados.

Los cuadraditos de jamón se ponen sobre las berenjenas fritas.

Mientras, he ido haciendo la salsa de tomate. Sofritas las cebollas y el ajo se ponen encima los tomates y se deja reducir la salsa. Se sala y se le agrega la hoja de albahaca (basilico) bien picada, aunque hay gente que prefiere echarle orégano. La salsa de tomate se puede dejar con todos los trozos o se tritura bien que quede como un puré espeso. En mi familia la prefieren de esta manera y yo, que soy complaciente, se la paso. El sabor de la albahaca debe ser muy suave porque si no tapa el aroma del jamón. Una vez volcado el tomate en la fuente de horno se distribuye bien para que lo cubra todo.
En una olla pequeña (o en la thermomix) se pone el aceite y la mantequilla al fondo calentándose y luego se añade la harina para que se tueste un poco pero que no se queme que la harina se arrebata muy pronto. Inmediatamente la leche, poco a poco, que se deshaga la harina, dando vueltas para que no forme grumos y hasta que esté en su punto, que debe ser pastosita pero líquida y hierva, poco. Se salpimenta y se deja caer como cubriente del plato de horno. Sobre la bechamel caliente la mozzarela para que se confundan ambas y gratine mejor. Quien no pueda privarse del parmesano que le raspe encima una abundante cascada, o la cubra con lonchas. Cinco minutos en horno al graten y están para comerlas si se acaban de terminar de hacer, si no, hay que dejarlas 20 minutos de horno y cinco gratinando.
Lo bueno de esta receta es que congela estupendamente y se puede hacer de más y congelarla para cuando haya una urgencia, porque se saca de la nevera directamente al horno, claro que tarda más (la señal es cuando hace bastantes pompas en los laterales)