Las huevas son una buena opción cuando hay que hacer dieta, tienen mucha proteína, algo más de grasa que la propia merluza y un contenido discreto de calorías 113 por cada 100 gramos, un poco más que el pez de espada y menos que el salmón. Lo suyo es comprarlas rellenitas, brillantes y frescas.
Se pueden servir a la plancha o fritas, pero para mi gusto quedan un poco secas; también están buenas cocidas con sal y una gotita de vinagre, para que no se rompan, en ensalada o con mayonesa.
Pero a mí como más me gustan es guisadas en adobo y no las he visto en ningún sitio preparadas así salvo en casa de mi abuela cuando las guisaba Enriqueta, que era una verdadera artista. Mandaba en la cocina como una emperatriz y con su espumadera en ristre nos mantenía a raya a todos los niños. Ejercía sobre mí una fascinación enorme, inconsciente, que le estorbaba porque era más bien gruñona, pero yo no podía dejar de seguirla a todas partes, de admirarla, de preguntarle cosas que nunca me contestaba. Sé que mis huevas no están a la altura de las suyas, es un rescate inútil aunque necesario.
Ingredientes:
medio kilo de huevas frescas de merluza
un pellizco de orégano
una cucharadita de pimentón
2 o 3 cebolletas frescas
guindilla
un cucharadita de comino
3 dientes de ajo
sal
En un mortero se maja bien la guindilla, los ajos, la sal y el comino. Una vez triturado se añade el pimentón y re remueve bien. Se le echa agua con unas gotitas de vinagre y se vierte sobre el bol en donde tengamos las huevas; un pellizco de orégano y se deja macerar como una hora.
En una olla se calienta un fondito de aceite al que se le añaden las cebolletas frescas picadas; bajamos el fuego y dejamos que se pochen, lo justo para que cambien el color pero no pueden freirse que quedan muy tiesas y amargas.
Una vez que están en su punto dejamos caer algo del líquido de la maceración para enfriar la olla, porque si echamos las huevas sobre el aceite caliente se rompen. Así que con cuidado trasladamos todo el líquido a la ollita y cuando ya le hemos hecho la cama dejamos caer las huevas. Se cuecen a fuego lento y están cuando se ha reducido la salsa, quedando ellas tiesas y duras. Se pureba y se rectifica de sal si es necesario.