Costillas de cerdo fritas a la Oriental. Encuentro de bloggers

Aunque últimamente el cerdo está desacreditado y ha caído injustamente en la impopularidad, yo voy a romper una lanza por él, a favor de su comsumo.
Esta receta es extraordinaria de rica y por otro lado muy fácil de hacer. En el vídeo yo la acompaño de una ensalada, por los excesos de la Feria de Sevilla, pero le va perfectamente a unos fideos de arroz, unos spaguettis, un arroz basmati, unas patatitas cocidas o asadas, en fin que hay un sinnúmero de acompañamientos posibles que funcionan perfectamente con el sabor dulce y salado de estas costillitas de cerdo.
Ya sé que las recetas que se esperan de mí son dulces, pero no se puede comer tanto dulce, y tengo que decir que mi especialidad siempre fue el pescado, snifs…que estoy lejitos del mar.
Y en otro orden de cosas ya es oficial y sólo quedan dos semana. El 19 y el 20 de mayo hay un encuentro de bloggers en Pamplona auspiciado por Navarra Gourmet al que me han invitado para participar en una de las mesas redondas, la del 20 de mayo por la mañana a las 11`30 «Videoblogs y blogs de micronicho sobre gastronomía ¿nuevas oportunidades? Junto a Txaber Allué (El cocinero fiel); Ana María Camarasaltas y Victor M Damián (Caminar sin gluten); y Eduardo Benito(Vinus TV).
Tomaré fotos y notas de todo y lo traeré para explicarlo aquí. Y procuraré no meter demasiado la pata y estar a la altura de la gente que me visita y siempre ha confiado en mí.

Ensalada de arroz basmati con magret de pato y crudités

Hace algún tiempo que tenía pendiente esta ensalada de arroz, he esperado al buen tiempo. Está deliciosa y una se queda, después de haberla comido, con la rica sensación de las cosas crudas, crujientes, más la suavidad de las verduras y el arroz cocido que siempre son fáciles de comer. La carne se puede siempre sustituir por pescado, por ejemplo cualquier ahumado le va extraordinariamente bien a esta ensalada, y si queremos hacerla vegetariana una simple tortilla cortada a tiras proporcionará proteínas suficientes. Pero si ni siquiera tomamos huevo podemos cocer unos garbanzos o unas alubias y el plato seguirá siendo contundente, suficiente para saciarnos al mediodía.

En esta ocasión he dejado un par de tomas falsas: una captura de la cara de camerawoman, que se pasa el tiempo jugando y otra para que se vea el deterioro de mi cabecita, cómo se me olvidan los nombres…y cómo voy sin guión a todas partes. Espero que os guste la receta.

Brocheta de solomillo de cerdo con dos salsas

Tenía la ilusión de pescar unas caballas para hacer la muy rica receta de «los fideos con caballas«, pero no pesqué nada de nada. Eso sí, disfruté muchísimo del mar y del sol, de dormir como se duerme allí, de comer mucho, a cualquier hora… y leer sin importarme el tiempo, la nariz metida entre las páginas, hipnotizada luego, viviendo, como una película sobregrabada, mi vida y la de los personajes del libro; hacía mucho tiempo que no me sentía así de bien o así de mal.
Por eso traigo una receta apresurada, para cuando se tienen muchas cosas que hacer y poco tiempo: brochetas de solomillo de cerdo con dos salsas, una de mayonesa casera de aceite de girasol y huevo, con mostaza en grano; la otra de salsa roja a base de aceite de oliva, sal, cominos y ajos machacados, y una guindilla.
Y voy a recomendar el blog de mi hermano más pequeño, que ya ha subido su primer vídeo.

Picantones en pepitoria

A mi madre no le gustaba el pollo y no solía guisarlo, de forma que se instauró una curiosa costumbre: mi padre y todos su yernos y nueras celebraban fuera de casa el «Dia del pollo«, una especie de orgía (sosa, seguro) a base de ese menú, debido a la gallofobia genética que por vía materna padecemos algunos.
Lo mío es un raro caso de avifilia inversa, contraída por vía de matrimonio ya que mi nueva familia adora el pollo, de cualquier forma, menos crudo y vivo. Así que yo lo guiso y sólo como la versión «pollito al internet«, no me pregunten por qué.
[https://www.youtube.com/watch?v=lJGpUAkml0k

Crema de espinacas con huevos pochés

Madre, como una madre más del mundo, repetía las comidas de los domingos como una deliciosa rutina, parecida a la de los cuentos de antes de dormir, siempre los mismos, contados de idéntica manera, guardando perfecta simetría de intensidad, emoción y miedo.
Disfrutamos de la carne de los domingos una buena temporada; luego de los frijoles negros en forma de moros y cristianos; las espinacas a la crema o la crema de espinacas con huevos poché santificaron las fiestas, hasta que la desagradecida clientela de su numerosa familia se aburrió y hubo que cambiar el menú dominical.
Visto desde la distancia, qué paciencia tenía, porque ella calculaba el tiempo, no sé cómo y tampoco sé de qué manera quitaba la cáscara a los huevos, cosa dificilísima, luego no se quedaban duros, sino que la yema se abría, amarilla-anaranjada, al tenedor, milagro del que nunca fuimos conscientes.
Las madres tienen un dispositivo, lamentablemente de efecto retardado, que las hace perfectas en numerosísimas ocasiones que nunca habíamos reparado antes.
Algunos días me pica más fuerte el bicho de la nostalgia, no sé que antihistamínicos tomaré para curarme de la de hoy, que me ha agarrado fuerte.



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