Un buen foie gras

Las costumbres cambian. Mi padre me contaba cómo eran las comidas de mediodía de su casa: abundantes, contundentes y profusas como para matar de gota a siete canónigos catedralicios.
Hoy, la comida del mediodía, puede reducirse a lo que se ve en la foto: Una ensalada de lechugas, canónigos (no confundir con los anteriores), rúculas, nueces, pasas, fresas y manzanas, aderezada con aceto balsámico de módena, aceite y sal. Pero para que no quede triste nos damos el gustazo de acompañarla con cuatro tostaditas de pan y un foie gras de las Landas del que me habló un primo, normalmente muy bien informado en estos y otros menesteres. El foie gras da la sensación de que uno ha comido realmente bien, aunque la ración sea parca y ligera como en este caso. Los franceses tienen una cocina admirable, «y en la mesa de Francia, aunque la conversación carezca de interés, uno siempre se encuentra a gusto» (Julio Camba).
El mundo es pequeño gracias a internet, ya puede disfrutar del mejor foie gras gascón en su mesa; no se compre la horrible máquina de abdominales «Tablet Faiser» que anuncian por el canal-tienda, casi por el mismo precio de envío se hace con un par de latas de esta maravilla; el precio no es caro, tratándose de verdadero foie como se trata, sube un poco por los gastos de envío (15 euros).
Lo más apropiado sería que una tarde de ofuscación y penuría, pillara la tarjeta de crédito y al grito de: ¡No hay miseria! se haga con una despensa de foie para una buena temporada.
Claro que el menos glotón de mis hermanos es capaz de meterse entre pecho y espalda una lata entera, con un par de tostaditas quizá, como aperitivo; ¡Ah! pero mis hermanos son seres mitológicos, héroes de inacabables sagas épicas, vencedores de cualquier batalla de fuentes de croquetas de jamón, capaces de deglutir 8 galletas María de un solo bocado, terribles comedores de bollos y croisanes. Gente así apenas circula por la calle.
La dirección web de este lugar de perdición para la Visa es ésta:
Que ustedes lo disfruten bien

Árboles, animales y compras

Hoy es el Blog Action Day, por tratarse de un tema que me gusta que es la conservación del medio ambiente, coloco aquí un link con la página de la iniciativa. Además este post, con castaños, nogales, álamos, esparragueras, zarzas, alcornoques, encinas…está en la linea.
La Sierra de Huelva une a su encanto natural el amor de sus habitantes por la naturaleza, amor que contagian a los visitantes, «los forasteros» que damos la paliza pero dejamos las cosas como las encontramos.
Y luego la variedad enorme de cosas deliciosas que traje.  Habría que explicar mil aspectos, detalles e historias, poner setecientas direcciónes pero no quiero ser prolija.

Visita obligada

Tengo un lugar favorito en mi ciudad donde tomar una cerveza, o muchas, es la Internacional, porque tiene una Paulaner de barril excelente, una ensaladilla de gambas inmejorable, está en una de las mejores zonas para pasear y mi amiga Antonia es encantadora, además de una gran aficionada a los toros.

Me gusta la buena cerveza y allí se puede disfrutar de las mejores del mundo mundial.

Tarta de frutas

Este verano me he estado entrenando en la realización de tartas de frutas, especialmente de arándanos, frambuesas y grosellas, ácido con dulce. No me quedaron mal, pero después, esas maravillosas Boulangeries y Pâtisseries de París me han dejado anonadada con sus deliciosas presentaciones. Para muestra el botón de la imagen de arriba o el video de una de ellas por Saint Germain des Prês.

Eslava o el ala oeste de la ciudad.

Ensalada de rúcula, hojas de roble y calamares con trufa.
Tenía quince años y las piernas flacas, desproporcionadamente largas, en un cuerpo de niña que no acabana de medrar en mujer; pero yo sabía que gustaba y siempre había algún compañero de clase con quien perderse por el laberinto de calles que me llamaban hacia el oeste, a Santa Clara, al compás fino y fresco del convento, a enfrentarme con la estatua del odiado Fernando VII, para quedarme luego embrujada con el patio y magia de la Torre de Don Fadrique. Siempre llevaba allí a mis postulantes, a mis amigos, a los más íntimos, a cualquiera que me hubiera tocado el sentido del querer.

Ahora no se puede visitar la Torre de Don Fadrique, pero toda esa parte de Sevilla es muy paseable, y además está Eslava, el bar y el restaurante. Me gusta por tantos motivos que no podría escribirlos aquí todos.

El lugar es pequeño y acogedor, pocas mesas y una carta corta pero suficiente, de materia prima fresca y de excelente calidad, preparados con gusto, sobriedad y la fusión de lo tradicional y lo innovador. El dueño se acerca discretamente a cada grupo para interesarse, con timidez y delicadeza, por todo. La decoración es moderna y también decadente, una contradicción encantadora, y el baño tiene colonia Álvarez Gómez. El pan de Alcalá, blanco, candeal, pero que ya no se hace bueno, tan bueno, en ningún sitio, no sé dónde lo consiguen. Recuerdan, prodigio de la ciencia o de la magia, lo que me gusta y lo que no. La deliciosa ensalada de rúcula que fotografié ahí arriba…
Es una alegría comer allí…aunque se esté bien acompañada.