
La sensación de liviandad, de fragilidad inútil o de superficialidad me asalta con frecuencia. Pienso que paso de puntillas sobre cosas y personas, ciudades, países, libros, conversaciones…
No es sólo que todo va deprisa sino que además procede de lejos, de lugares que no sabemos ni imaginar. El tiempo y la distancia han sido los factores que más han cambiado en estos últimos cien años gracias a la tecnología de la comunicación y a mí me afecta con un estado constante de estupefacción rayano en la catatonia.
Todo es demasiado.
Y esta introducción tan petarda y pedante viene a cuento de que tengo la cámara estropeada y no puedo grabar lo que guiso (que guiso). Así que voy a citar dos libros que abordan los cambios, el desarraigo, el choque de culturas y esta sensación de no entender nada que, ya digo, también a mí me asalta, cada vez con más frecuencia. Será que me hago mayor, más mayor.
«Propios y extraños» de
Anne Tyler, es una lectura corta, grata, que nos hace comprender las dificultades de comunicación, afectadas hoy por la globalización incluso en las relaciones personales. Después de leerlo me han quedado enormes ganas de aprender a hacer
Baklava.