Aquí están algunos elementos de cocina que me ayudan y hacen agradable lo que guiso:
La Thermomix, un robot que además calienta. No sigo las recetas al pie de la letra sino que trato de traducirlas a la cocina tradicional, sofriendo, cortando lo justo o transformando los tiempos para que los sabores de siempre no se gregaricen. Esta mía está un poco viejuna y destartalada porque le doy mucha tralla.
La Princess paella, supongo que para los valencianos será una especie de ofensa este aparato, pero doy fe de que es estupendo. No puede sustituir a la paella tradicional, la que se pone sobre leña o brasas, pero difunde el calor perfectamente y a discreción por toda su circunferencia y permite la formación de un delicioso socarrat. La uso también para guisar mi maravilloso «Pollito al internet». Como wok no tiene precio.
El mortero de mármol, es mi última adquisición. Estaba cansada de que los ajos se me amotinaran en el almirez clásico, ese pequeñito amarillo y verde que tiene todo el mundo, saltando y espurreando fuera los cominos, con esa maja de madera, tan poco higiénica y con menos fuerza que mi revés de tenis. Por eso el día que lo ví en el escaparate de una de esas ferreterías que tienen de todo le pedí uno a la dependienta.
A punto del infarto estuve cuando la chica me soltó que costaba 95 euros de vellón. Dudé, la verdad, incluso creo que me tambaleé, pero la imagen de los ajos saltando del mortero y de la maja de madera, con su tatuaje indeleble de tinta de calamar, me empujaron a decir: «no hay miseria, póngame usted el mediano«.
La estreno con una salsa pesto, a ver si el basílico la impregna de sabor o no.