Hoy he hecho una receta de Tía Conchón (Ascensión Maortua), hermana de mi abuela, que fue, además de una mujer encantadora, hechizante y estupendísima, una gran cocinera y excelente anfitriona. Por otro lado fue editora de dos libros de coleccionista: Un Don Juan Tenorio ilustrado por Carlos Saínz de Tejada y una magnífica edición, nominada y numerada, de las Rimas de Gustavo Adolfo Bécquer, con grabados de José Luís Sánchez Toda.
Esta ensalada, por ser tibia, resulta perfecta para estos momentos semiotoñales y, para mi gusto, constituye un plato completo, primero y segundo en uno. Por olvido, cosas de la grabación, no le añadí un huevo duro y unos pimientos del piquillo, pero estáis invitados a hacerlo, aunque tal como está resulta perfecta.
Author: Luz García
Estofado bourguiñón
Ya va siendo hora de que ponga alguna receta más consistente que los sandwiches y el pan. Nada ligerito es el estofado burguiñón (en este caso riojiñón).
Tengo que decir que está mejor este estofado si se trituran las hortalizas una vez que ya ha hervido y está completamente consumido el vino, en el vídeo yo lo he triturado antes y no se altera el sabor, pero sí la consistencia de la salsa.
A ver si poco a poco me voy habituando a las viejas tradiciones de subir un vídeo a la semana, que últimamente estoy en una fase de grabar muy poco porque me aoetece cocinar sin la presión de la cámara de vídeo…malos hábitos que se me han quedado de las vacaciones.
Huertas en la ciudad
Estoy intentando echar fuera los 3 kilos que he pillado en verano y los fines de semana me obligo/obligan a hacer el «recorrido de los tres parques», que así es como le llama mi preparador personal (es decir «mi santo»). La batalla sobre ruedas consiste en recorrer desde el campo del Betis, más o menos, en dirección norte hasta el «Huevo de Colón (un monumento que se encuentra en San Jerónimo) justo al otro lado del eje Norte/Sur de la ciudad. Por el camino se recorren los parques de María Luisa, el de San Jerónimo y el del Alamillo, después volvemos. Son muchos kilómetros y he preferido no hacer la cuenta para no «inritarme«, porque el calor era de los de calidad superior de luxe, luxury extremo.
Tenía mucha ilusión y ganas de ver estas huertas que hay al final del parque de San Jerónimo. El sur, mi Sur, es agrario y hasta hace no mucho era haitual ver actividad del sector primario por los alrededores de Sevilla. Ahora lo que no es construcción es industria, polígono comercial o parque empresarial y los ciudadanos hemos perdido algo de nuestras raíces.
El Ayuntamiento a instancias de Asociaciones de vecinos y otras instituciones ha puesto en marcha un plan de recuperación de huertas entre las que se incluyen las de estas fotos.
Me ha entusiasmado verlas, son de pequeño tamaño, algunas ya están limpias, otras tienen berenjenas y calabazas, como la que está arriba. Otras protegen sus cultivos de los gorriones, que bullen como manadas, verdaderas plagas porque pocos animales hay más listos que los gorriones urbanos, que han visto «comida servida» en estos trozos de tierra primorosamente cuidados.
Me llamó la atención el espantapájaros, es el reciclaje de objetos modernos más original y extraordinario que he visto en tiempos. La botella de dos litros de refresco, ensartada en otra cortada de forma transversal y con los CDs viejos a cada lado para ver si con ello se «corta» un poco la pajarería volante, que en esos momentos no estaban porque, ya digo que los gorriones son listos, a esa hora, con este sol, estaban en lugares recónditos y oscuros esperando que pasara «la caló».
Mucho me temo que el «espantapájaros» sirve de poco, ya se ve que el dueño también puso una malla de plástico verde sobre los cultivos tiernos.
Resulta un paisaje hermoso y enternecedor que invita a reflexionar y a imitar ese trabajo, tan esclavo, que es el de la huerta.
Pan de centeno
Gracias a Mar de «Vamos a cocimar» y su pan de Chapata me interesé por las harinas de Lidl y fue así como descubrí la harina de pan de centeno que hace unos panes de molde riquísimos. Yo le he agregado levadura prensada de panadero porque se eleva más y sale mucho más rico, pero las instrucciones del paquete dicen que ya lleva levadura en polvo, de manera que se puede hacer sin levadura de panadero, lo que no sé es si subirá tanto como me ha subido a mí.
Ciertamente esta receta debería ir antes que la de los sandwiches, porque es una de las básicas, pero ya se sabe que en verano se rompen todas la reglas y normas y sólo he grabado cuando me apetecía, que ha sido pocas veces, la verdad. Ya he vuelto a asumir reglas, normas y saludables rutinas portanto mi trabajo será más regular…creo, asumiendo que yo soy irregular en casi todo.
Además hoy me han dado una noticia que me encanta: un bar de Sevilla ha adoptado una de mis recetas, se trata de «Enca`rconde» (en Casa del Conde) y pronto iré a hacerles una visita sorpresa. Son simpáticos así que desde aquí les hago propaganda completamente desinteresada.
Pesca
Hay algo en la pesca, algo que no termino de racionalizar que me tiene enganchada. Supongo que una buena parte de su atractivo reside en el gesto atávico de arrancarle al mar alimento, y yo quiero hacerlo de forma artesanal, luchando con un hilo y un anzuelo, eso sí muy sofisticado que tiene o hace mi hermano, y mi fuerza, que no es mucha. Todo lo que pesco lo guiso…y lo como. Es el caso de los alistados, estos pequeños bonitos como el de la foto, que están riquísimos en aceite, encebollados o con tomate.
Pero hay mucho más: el mar, a veces tranquilo y otras violento, que cambia de color en una misma mañana, desde el marrón oscuro casi negro, hasta el azul profundo y transparente una vez que hemos alcanzado los 50 metros de profundidad, el verde perfectamente reconocible cuando avistamos la Caleta o el faro de Las Puercas.
En ocasiones el paisaje del agua lo interrumpe una tortuga nadando, casi flotando a la deriva, o un bullente cardúmen que arremolina en torno a él a las golondrinas de mar como simulando un tornado. Los días de suerte una aleta negra entre las pequeñas crestas de las olas dispara nuestra imaginación con imágenes de bestias marinas. Siempre la esperanza de los delfines jugando con la proa de los barcos, cerca o lejos.
Por eso cuando consigo cobrarle una pieza siento algo parecido a haber desvelado un misterio, un enigma, un secreto de ese padre insondable.
(Lamento la paliza seudoliteraria, pero no puedo cargar vídeos, mi conexión no lo permite)