Pescando


Salimos ayer a pescar y como hay gente que me achucha para conseguir pesca desde sus comentarios (no es por señalar Josemari). Tuvimos que esperar bastante tiempo hasta conseguir dar con un banco de peces ballestas, que son muy voraces y conseguí pescar dos a cimbel, de buen tamaño.

Su carne es muy rica, se puede preparar como la del gallo, a la plancha o mucho más ricos empanados. Sabor delicado y fresco, suave y marino.
Tan voraces son que se persiguen unos a otros y se pueden ver en superficie.

Abierto en verano

En verano adopto nuevas rutinas, algunas tienen mucho que ver con la cocina y la experimentación de nuevas recetas, pero siempre he estado ajena a internet, porque aquí no tengo conexión. Sigo sin tenerla pero la tecnología ha puesto a disposición del usuario un internet pret á porter, y este verano dejaremos el blog abierto, o por lo menos medio abierto.
Una de esas rutinas es leer el periódico tranquilamente después del desayuno, incluyendo, cuando es posible, la realización del sudoku y siempre, más temprano que tarde, un paseo por la orilla del mar. Esta mañana, después de haber leído noticias preocupantes sobre nuestro planeta, tuve la enorme suerte de encontrar, traído por las olas, este huevo de tiburón porque eso es la foto, un huevo ya abierto que trajo la marea con sus algas pegadas.
Normalmente son tiras que se desprenden y se abren cuando el pez está maduro para nacer. No creo que sea un pez martillo, que sé que hay en la Bahía de Cádiz, pero el tamaño del huevo es grandecito, yo ya los habías visto más estrechos, quizá se trate de un marrajo, que a la plancha están exquisitos.
Me sentí muy bien cuando lo ví sobre la arena porque el hallazgo es, por sí mismo, la buena noticia de que en el mar hay lo que tiene que haber: peces.

Galletas de chocolate rellenas de chocolate blanco…casi oreos

Si tengo que ser sincera a mi hija camerawoman, sobre todo, y a mí nos gusta mucho más sin el relleno de chocolate blanco. Solas están extraordinarias, con el chocolate blanco no se parecen a las oreo, pero también están muy ricas. Son ligeras y deliciosas, nada complicadas de hacer porque la forma de chorizo congelado permite cortarlas al gusto, no muy gruesas, que tienden a dispersarse en la bandeja del horno. Hay que cuidar que se hagan bien, importante que no queden crudas ni que se quemen, hay que sacarlas en blando porque luego endurecen , pero moderadamente blandas, que opongan cierta resistencia al dedo, de 12 a 15 minutos, pero ya se sabe que cada horno tiene su propia dinámica.
Estos días han sido bastante ajetreados y he tenido el tiempo justo de guisar los menús diarios de batalla que hacía tiempo mi familia me reclama. Ahora, en verano, me pongo el delantal cada día, pero sin videotestigo, me dicen en casa que me tome un descanso de todo. Ya veré de hacer dos o tres recetas con el vídeo, aunque grabar quita mucho del placer de cocinar.
Por cierto, hoy por error me llevé a la papelera sin reciclaje la primera toma de vídeo, la presentación de ingredientes y la batida de mantequilla. Creo que el vídeo sale ganando.
Grabado por camerawoman

Ratafía de guindas para helados


No hice vídeo de esta receta, pero creo que merece la pena y pongo hoy aquí el antes y en vídeo haré el después con su correspondiente helado.

Tenía un viejísimo aguardiente que alguien me regaló y que en casa no tomamos nunca, también tenía unas cerezas que se me iban a pasar si no las comía en el acto, pero no estoy yo últimamente con mucho apetito, y busqué en el libro de Michel Bras una receta y me encontré esta Ratafía que servirá para acompañar helados dentro de un mes:
Ingredientes:
250 gms de cerezas (en mi caso han sido picotas)
65 gms de azúcar
un vaso de aguardiente (12 cl),
Preparación:
No quitar el hueso de las cerezas, colocarlas en un bote esterilizado sin aplastarlas. Echar el azúcar y el aguardiente. Cerrarlo y olvidarlas en algún lugar oscuro y fresco durante un mes como mínimo.Cuando haya pasado ese tiempo, filtraremos el alcohol y nos quedaremos con las cerezas a las que podremos quitar ya el hueso y macerarlas en un poco de azúcar y marrasquino al gusto, cortándolas en trozos más pequeños.
Las pondremos de acompañamiento enriqueciendo un helado neutro, por ejemplo de vainilla, lo que toda la vida en Andalucía se ha llamado un «mantecado helado«.
Adelantándome a los deseos de algunos amigos, efectivamente había hecho más cerezas (esta vez sí del Valle del Jerte) maceradas en orujo gallego (en honor a mis buenas amigas gallegas y porque es una maravilla, Marga), también vale un anís seco, Carmen. En esta ocasión he dejado uno de los tarros para abrirlo en Navidad, y le he quitado los huesos a las cerezas, pero están con la misma proporción de azúcar.