Empanadillas de cidra y empanadillas de chocolate

¡Quién me iba a decir que escribiría hasta 40 entradas en este blog¡
Todo un record de constancia para mí, si cumplo un año en este prometo celebrarlo, pero de verdad, nada de virtualidad, comida presencial.
Esto de hoy es sencillito, se trata de la masa de unas empanadillas fritas que también pueden hornearse. Hoy van de dulce pero pronto haré las famosísimas empanadillas chilenas de mi amiga Yvonne.
Es imprescindible contar con la mermelada de cidra de las monjitas del Monasterio de Santa Paula a las que saludo con mucho cariño desde aquí. Si alguien va a hacer una visita a Sevilla que no olviden incluir el convento,es una de las cosas mejores de esta ciudad.
Hace años que lo visito y el portero de antes era una anciano encantador que conocía los tondos de Niculosso Pissano y nos los explicaba con una gracia irresistible. Murió y le sucedió su hermana, una deliciosa viejita avellanada, menuda y huesuda que nos repetía el mismo discuros de su hermano. Ya no están ninguno de los dos.
El compás del convento huele a rosas, a mirto y a cipreses como si fuera una pequeña réplica toscana, pero de barro trianero.
En fin, que hay que ir para dar fe de lo que digo.



Videoblog de recetas

Te verde a la menta y palmeras de hojaldre de mantequilla.

Es lo mejor para las largas tardes del verano, de las vacaciones, un té marroquí, verde, con hierbabuena y hierbaluisa ( que no tengo a mano).
El hojaldre me encanta y es el mejor complemento para el té; es ligero y poco dulce, que la infusión ya lleva azúcar. Las mejores palmeras que he probado las hacen en Embassy . Aunque las mías no están mal son una mezcla de hojaldre y galleta de mantequilla, sabrosas y crujientes.

…por otro lado tengo que avisar que me voy de vacaciones y no creo que pueda postear allí donde voy. Os deseo un feliz verano y espero volver con todas las recetas de pescado que haga cerca del mar, y lo que vea en una escapada a Francia.



que haré este agosto. En fin…

No tengo arreglo, el video es cutre y mi vestimenta inadecuada.

Leche Frita

Es casi imposible encontrar una buena leche frita en un restaurante. Desde luego en el Sur de España uno o ninguno; en los del Norte, que cuidan más, mucho más, los postres tampoco he tenido la suerte de encontrármelo, salvo una vez en Asturias.
Han sido tantos los malos ratos que he pasado con un tarugo chicloso al que alguien ha bautizado como leche frita que ya no me atrevo a pedirla en ninguna parte.
Debe ser como las buenas croquetas, un poco crujiente por fuera y blandito y dulce por dentro; nadie debería excederse con el tamaño, en porciones pequeñas es mucho más deseable que grandes como ladrillos de serrín.
La gente que pide al final de la comida leche frita me cae muy bien, así se identifica un buen dulcero, no uno de esos postreros vergonzantes que piden «Tiramisú» pensando que me van a engañar. El tiramisú no es ni café, ni queso, ni chocolate, ni licor ni ná ni ná porque todo eso junto no supera uno sólo de esos ingredientes si es bueno. Un engendro para los que no se atreven a acabar una comida pidiendo un café (ya sé que me haré enemigos).
Tengo una receta riquísima de leche frita, porque mi madre ha sido y será la mejor hacedora de croquetas del mundo mundial, aunque ese sea un título que disputan todos los hijos para sus madres respectivas. Pero en mi caso es de verdad de la buena.
Receta:
En un cazo de ponen a hervir tres cuartos de litro de leche, con unas mondas de limón y una rama de canela, si, como en mi caso, no se dispone de canela se le echa un poquito de la molida. Una vez que hierve, se cuela y se endulza a gusto del consumidor, unas cinco cucharadas soperas de azúcar es lo que yo suelo estimar conveniente. Se deja enfriar un poco mientras se tuesta la harina.

En una ollita se derriten unos 50 grms de mantequilla sobre una cucharada de aceite, 120 grms de harina fina de repostería y se tuesta un poquito, que no se queme. Una vez ha tomado color se añade poco a poco la leche removiendo bien hasta que la consistencia sea pastosita, pero no engrudosa ( en esto la experiencia es muy importante), unos cinco minutos se tarda. Por último se bate un huevo y se remueve fuerte fuerte para que mezcle bien, ya con el fuego apagado. El huevo pone la masa muy suave.

Se vuelca sobre un molde bajo y ancho para que enfríe, y una vez que se le ha pasado el calor y ya no echa humo se deja en la nevera a que endurezca. Es mejor envolverlas al día siguiente para que la masa sea más manejable porque deben haber quedado un poquito blanditas, no mucho, pero sí la parte de arriba más durita y la de abajo pegajosa y suave.

Se rebozan como las croquetas. La forma que se les suele dar es cuadrada, pero a mí me gusta en bolitas redondas, que parezcan trufas amarillas. Primero se pasan por huevo y luego por pan rallado. Una vez que se fríen, se les da un toque en un platito de azúcar mezclado con canela y se sirven sobre esas envueltas de papel oscuro, las de bombones y trufas.
Se ofrecen en pequeñas cantidades que nadie pueda hartarse. La leche frita debe ser por siempre deseada.