A veces tengo debilidad por algunas recetas, casi siempre en función de lo ricas que están y de lo mucho que gustaron en casa. Esta es una de ellas, me encanta, la dejo aquí como una especie de joya, temiendo siempre que no sea bien valorada, porque nunca se sabe qué es lo que convierte a una receta en éxito y a otras en fracaso. Pero al margen de lo que pueda gustar en este medio, lo importante fue que les encantó a los míos, que es barata porque las gambas son congeladas y arroceras, y que resulta sencilla de hacer. El martes que viene me voy a ver a mi hija cruzando el Atlántico, quizá pueda postear algo desde allí pero, sin duda, a la vuelta dejaré algún comentario sobre los lugares interesantes que haya visitado y sitios en los que me disfruté comiendo.
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Tortas de calabacín al pesto
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